Fue un Mundial atípico, todos
los expertos -y los no tanto- concuerdan en eso. Hubo varias sorpresas: Costa
Rica logró clasificar a cuartos de final por primera vez en su historia, Brasil
fue humillado por Alemania en su propia casa, las grandes figuras que se
esperaban ver brillar se fueron sin pena ni gloria y, entre otras tantas cosas,
Marcos Rojo fue elegido el mejor lateral izquierdo de la Copa del Mundo.
Todo el país (o la gran mayoría)
tiene y debe pedirle perdón efusivamente al defensor argentino. En la previa al
Mundial fue duramente criticado, puesto en duda por todos, el único que confió
y apoyo públicamente fue el técnico argentino Alejandro Sabella.
Tuvo unas eliminatorias flojas,
sumado a que en el Sporting de Lisboa (su actual club) juega de segundo
marcador central todo hacía indicar que la decisión de llevarlo a la cita
mundialista era errónea y no iba a hacer mucho ruido. Pero, por suerte para
Argentina, sucedió todo lo contrario.
La rabona de Marcos Rojo ante Bosnia |
Tuvo un debut sobrio y firme,
sin demasiados sobresaltos ante Bosnia y Hezergovina. Pero, sin dudas, en ese
partido ocurrió uno de los hechos más graciosos de toda la Copa: Rojo hizo una
rabona en su propia área para despejar la pelota. Un inconsciente, un crack o
un loco con suerte.
En el segundo partido ante Irán,
el nacido en La Plata empezó a demostrar que lo sucedido en el primer partido
no fue casualidad. Todas las ocasiones de gol que tuvieron los asiáticos
vinieron por el lado derecho de la defensa, ya que el puso un cerrojo de su
lado y tapó cualquier intento de avance rival.
Ante Nigeria, con la selección
ya clasificada tuvo su debut en la red, otro hito en su vida que no se olvidara
nunca, ¿porque hizo un gol? No nada de eso, sino porque lo hizo con la rodilla,
algo inédito.
Ya en octavos de final, cuando
comenzaron los mano a mano, se vio lo mejor del defensor de 24 años. Culminó el
partido ante Suiza acalambrado, al borde del desgarro, dejando hasta la última
gota de energía que le quedaba. Se fue de la cancha en alzas de sus compañeros
ya que no podía caminar. Emocionaba el solo hecho de verlo correr a los rivales
con esa cara de dolor insoportable.
Los cuartos de final no los
disputó por estar suspendido. Ya en semifinales fue más de lo mismo, garra,
corazón, temple y paciencia. Cuando Robben se posó de su lado fue en vano, Rojo
lo marcó con seguridad y el holandés no pudo superarlo en ningún momento del
encuentro.
La final, el partido más
importante de su corta carrera no le pesó en lo más mínimo. Marcó cuando fue
necesario, jugó cuando el partido se lo pidió y cojudeó al
contrincante sin achicarse nunca. Müller intentó prepotearlo y
llevárselo por delante y se encontró con un pibe de barrio dispuesto a todo por
cumplir el objetivo y su sueño de llevarse la copa.
Este texto es un pequeño
homenaje al gran jugador que demostró ser Marcos Rojo. Gracias al mes de julio
el hincha argentino pudo darse cuenta que tiene un 3 para varios años. Perdón
Marcos, llevaste la 16 con orgullo y la defendiste a muerte. Gracias.
Por: Tomás Valle. @tomivalle. OlfatoDeGol.
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