sábado, 16 de agosto de 2014

¡Perdonanos!

    Fue un Mundial atípico, todos los expertos -y los no tanto- concuerdan en eso. Hubo varias sorpresas: Costa Rica logró clasificar a cuartos de final por primera vez en su historia, Brasil fue humillado por Alemania en su propia casa, las grandes figuras que se esperaban ver brillar se fueron sin pena ni gloria y, entre otras tantas cosas, Marcos Rojo fue elegido el mejor lateral izquierdo de la Copa del Mundo.
   Todo el país (o la gran mayoría) tiene y debe pedirle perdón efusivamente al defensor argentino. En la previa al Mundial fue duramente criticado, puesto en duda por todos, el único que confió y apoyo públicamente fue el técnico argentino Alejandro Sabella.
   Tuvo unas eliminatorias flojas, sumado a que en el Sporting de Lisboa (su actual club) juega de segundo marcador central todo hacía indicar que la decisión de llevarlo a la cita mundialista era errónea y no iba a hacer mucho ruido. Pero, por suerte para Argentina, sucedió todo lo contrario.
La rabona de Marcos Rojo ante Bosnia
   Tuvo un debut sobrio y firme, sin demasiados sobresaltos ante Bosnia y Hezergovina. Pero, sin dudas, en ese partido ocurrió uno de los hechos más graciosos de toda la Copa: Rojo hizo una rabona en su propia área para despejar la pelota. Un inconsciente, un crack o un loco con suerte.
   En el segundo partido ante Irán, el nacido en La Plata empezó a demostrar que lo sucedido en el primer partido no fue casualidad. Todas las ocasiones de gol que tuvieron los asiáticos vinieron por el lado derecho de la defensa, ya que el puso un cerrojo de su lado y tapó cualquier intento de avance rival.
   Ante Nigeria, con la selección ya clasificada tuvo su debut en la red, otro hito en su vida que no se olvidara nunca, ¿porque hizo un gol? No nada de eso, sino porque lo hizo con la rodilla, algo inédito.
   Ya en octavos de final, cuando comenzaron los mano a mano, se vio lo mejor del defensor de 24 años. Culminó el partido ante Suiza acalambrado, al borde del desgarro, dejando hasta la última gota de energía que le quedaba. Se fue de la cancha en alzas de sus compañeros ya que no podía caminar. Emocionaba el solo hecho de verlo correr a los rivales con esa cara de dolor insoportable.
   Los cuartos de final no los disputó por estar suspendido. Ya en semifinales fue más de lo mismo, garra, corazón, temple y paciencia. Cuando Robben se posó de su lado fue en vano, Rojo lo marcó con seguridad y el holandés no pudo superarlo en ningún momento del encuentro.
   La final, el partido más importante de su corta carrera no le pesó en lo más mínimo. Marcó cuando fue necesario, jugó cuando el partido se lo pidió y cojudeó al contrincante sin achicarse nunca. Müller intentó prepotearlo y llevárselo por delante y se encontró con un pibe de barrio dispuesto a todo por cumplir el objetivo y su sueño de llevarse la copa.
   Este texto es un pequeño homenaje al gran jugador que demostró ser Marcos Rojo. Gracias al mes de julio el hincha argentino pudo darse cuenta que tiene un 3 para varios años. Perdón Marcos, llevaste la 16 con orgullo y la defendiste a muerte. Gracias.

Por: Tomás Valle. @tomivalle. OlfatoDeGol. 

martes, 12 de agosto de 2014

El verdadero rey sin corona

Ese señor que lleva la 10 en su espalda está sentado en el trono real ante todos. Despliega su habilidad ante sus súbditos y exhibe la potestad de polemizar y minimizar a cualquier enemigo. Es un auténtico rey. Aquel al que gobiernan a sus espaldas, pero siempre tiene el punto final con algún destello que resuena de su despliegue en una simple cancha de fútbol. La pelota persigue a Riquelme, deseosa de ser calmada de cualquier capricho.
Así como si nada se despidió de su reinado ante unos cuantos que no lo quieren en la cima. Pero, él nunca abandonó el barco que hace a todo su pueblo feliz, el que se demuestra pisando un balón en el césped. Volvió a su lugar de origen, a ese que lo vio nacer y que le brindó las enseñanzas que lo convirtieron en el auténtico caballero del fútbol. Quizás lo soñó, quizás no, pero sólo fue cuestión de segundos para que se suba a su caballo real y que termine con las vicisitudes que arrastraba su llegada. Sólo bastó con un control y un disparo elegante para silenciar a cualquier ruidoso.
Se coronó y lo hizo solo, como siempre. No necesitó un trono, ni alguien que lo aclamara. A Román le alcanzó con mostrar un poco de su fútbol para que su gente se siga enamorando de él. No existe manera posible que, dentro del rectángulo que tiene a veintidós tipos corriendo detrás de un esférico, alguien pueda negarse a su gobierno, a su manera de dibujar una flor en un terreno pantanoso y podrido.

Allá quedarán ellos con sus problemas e inquietudes. Por querer arrebatarle el poder a un hombre que no necesita corona para ser rey. Por intentar borrarlo de la cúspide a quien posee la herramienta elemental que compone al juego y que sabe controlarla a merced. El “Torero” entiende todo y no hay animal que pueda atacar su magia. Mientras ellos se muerden los labios de la bronca, él sigue haciendo reir.

Por: Ignacio Rovito. @NachoRovito. OlfatoDeGol